lunes, 17 de noviembre de 2008

Abelardo en el país de las maravillas.

El caso es que me tengo que ausentar tres semanas porque voy visitar a mi querida amiga, tantas veces vituperada por la prensa, Beverly High Hills, que, para quien no la conozca, es una rica heredera de un emporio de centros comerciales y que lleva muerta ni se sabe cuánto tiempo, pero a la que la hábil cirugía plástica de Hollywood mantiene como una rosa de esas que venden en los chinos.
En realidad voy a ayudarla a preparar una recepción en su casa a la que están invitadas varias personalidades del mundo de las ciencias y las artes, algunas de la nobleza incluida una despeinada Grande de España , altos mandos del Vaticano y alguna que otra estrella del terrorismo internacional.
Yo la verdad es que no sé para qué se mete en estos contubernios con lo bien que estaba ella cooperando con alguna causa de esas en las que viajas y te sacas fotos con desdichados que sonríen mucho. Siempre puedes vender los derechos de tu documental a una televisión pública y hasta sacar un libro que se venda en el VIPS con un DVD en el que se diga que los beneficios del libro son para la causa y se calle que los del DVD son para ti.
Pero no, nuestra querida Beverly tiene pruritos culturales y ha decidido dar una fiesta por todo lo alto con motivo de la reciente instalación de cortinas nuevas en toda la casa. Todo un motivo, si se tiene en cuenta que se han empleado catorce kilómetros de tafetán de seda rosa chicle tejidos por niños de la India y que los arquitectos han tenido que reforzar los cimientos de la casa para poder soportar los visillos de Swarovski y las toneladas de puntillas de Chantillí y de encaje de Bruselas. Cuando me enseñó la invitación y vi que el tono salmón del papel y el estilo desenfadado del texto, que incluía expresiones como “mola que te cagas” no la ayudarían en su empresa, decidí que ya era hora que mi familia hiciera algo por alguien después de generaciones y generaciones de vagos, de parásitos, inútiles y hasta alguna modelo.
Ya me he arrepentido, pero ya es tarde: ha salido en el Vanity Fair cargada de perlas y diamantes y ya me ha mencionado como “el gran artífice”. Presiento un fracaso comparable al de la Armada Invencible.
El lunes que viene ha organizado una mini party brain storm con sus amigas Lindsay, Paris y Amy, y no quiero imaginarme la galerna de absurdeces que voy a tener que escuchar hasta que caigan las cuatro en coma. Lo malo de no drogarse es la vergüenza ajena que uno pasa.
Tengo que confesar, no obstante, que me atrae la idea de potenciar esa catedral del kitsch que es su casa. Porque ni siquiera un incendio conseguiría hacerla parecer un lugar elegante con todas esas alimañas disecadas, tanto pan de oro revistiendo la columnata de la piscina roja con forma de corazón y sobre todo con esa delirante escalinata con su augusta balaustrada penes de mármol. Iluminen esto con elefantes de cristal de Murano y tendrán una imagen exacta de lo que hace un decorador que cobra millones de dólares por firmar los caprichos de una multimillonaria norteamericana.
Todas las barbaridades que se me ocurren me parecen poco. Pensaba que quizá todos los atléticos camareros deberían ir apenas vestidos y completamente cubiertos de purpurina dorada a modo de esculturas egipcias del Hollywood de Cecil B. DeMille y ninfas con desnudos pechos de silicona blanqueados con polvos de arroz y tocados en el pelo de cristales Tiffannis con un aire absolutamente decó que se deslicen audaces portando níveas gasas haciendo referencia a esa maravillosa aportación a la danza moderna que fue Isadora Duncan. No sé, algo que de aberrante llegue a ser hermoso y que se funda con ese surrealismo abigarrado y pretencioso de la casa de nuestra amiga.
¿Tiene usted quizá alguna idea fantástica que pueda salvar a este condenado Titanic que seré en poco tiempo?

miércoles, 12 de noviembre de 2008

SE TRASPASA MARIDO TOTALMENTE EQUIPADO

Otra amiga me ha llamado para contarme su malestar matrimonial. Esto es, sin duda, algo endémico o es que quizá felicidad conyugal son términos antitéticos en el mundo entero y no sólo en este pequeño universo nuevo.
Otro divorcio, son tan repetitivos como las cenas de nochebuena. Ya ni siquiera los pequeños detalles escabrosos son entretenidos, después de que un caballero de los de pechera almidonada de toda la vida le robara a su ex mujer una batería de cocina y un edredón y le pidiera un rescate de cuatrocientos euros por su sofá, ya nadie me puede impresionar.
La gente no tiene ideas para crear nuevos negocios. Creo que se impone un servicio de intermediarios para que eviten esos penosos trances de una forma un poco más elegante que un “ya no te quiero como te quería, aún somos jóvenes y te mereces otra oportunidad, eres maravillosa al principio lo pasarás mal pero encontrarás a alguien” .

Imaginaos que una señorita con un elegante traje de chaqueta gris que llama a vuestra puerta y os dice que vuestra relación se ha terminado, que no busquéis explicaciones porque acabaríais arrastrados por el lodo y con todas las de perder, que ella conoce todos los detalles y juzga totalmente irrelevante revelarlos.

¿Un vaso de agua? Su flamante ex le comunica que los muebles se los puede quedar pero que tiene que pagar la mitad del 32 por ciento del valor original que es lo que corresponde una vez aplicada la depreciación de los enseres domésticos.
Tome asiento si lo necesita. Queda con derecho a contarle a los amigos del club de golf todo lo que desee inventar pero que a Txomintxu y a Leire ni les llame porque se han hecho amigos del nuevo sustituto -si, hay un nuevo sustituto- y ya han contado que ronca usted y se han reído todos como una manada de hienas. Su exmujer es consciente de que son unos mierdas pero Txomintxu es su jefe y no su amigo de usted.
¿Kleenex?. No se ponga así, no es inaudito, le sorprendería la cantidad de casos como este que atiendo todos los días. Si lo prefiere puedo prescindir del "usted" para que me sienta más cercana; para que usted me sienta más cercana a usted, me refiero; yo no necesito sentirme cercana a nadie. Pues eso: que tu suegra ya ha borrado tu número del móvil y no le importa que pienses que es una desagradecida por todo lo que hiciste por ella cuando estuvo ingresada. Ante todo es una madre y le importa la felicidad de su hija. Le resbala que no la cuide nadie cuando vuelva a estar hospitalizada.
Vamos ahora a lo más engorroso, que seguro que es lo que más te preocupa : el sustituto.
No tienes ningún derecho a preguntas como ¿quien? ¿cómo? y ¿por qué? si lo hubieras tenido te lo habría preguntado en su día. No nos olvidemos de que la que en otro tiempo fue tu esposa te ha querido mucho hasta hace tres años, tiempo en el cual no te conviene indagar lo que ha pasado. Esto lo he consultado con un psicólogo y me ha firmado este papel que dice que para tu recuperación es mejor que no personifiques ni generes imágenes mentales que te perseguirían el resto de tu vida. Aquí te lo dejo para que lo estudies. Además se atreve a aventurar que tu próxima pareja te agradecerá que no pases por esto para que no le persigas con gafas de sol y sombrero. Además te recomienda “Se nos rompió el amor de tanto usarlo” cantado por Jurado durante el primer mes antes de acostarse y por las mañanas “Libre “de Nino Bravo.
No te preocupes del qué dirán. Ya hemos enviado una notificación a todos vuestros amigos comunes y a los que tenías en la guía de tu teléfono para que no te pregunten inconveniencias. Aquí te dejo una copia.
Para que no te aferres a las pequeñeces y volver a verla con la creencia de que lo vuestro tiene vuelta atrás o que le harás decírtelo mirándote a los ojos, lo que sin duda no le costaría nada, nuestro gabinete, asistido por un juez experto en mediaciones, ha dispuesto que el perro es tuyo y si no lo quiere lo puede poner a dormir, perdone, a veces se me escapa; si no lo quieres lo puedes poner a dormir, en este caso ella correría con los gastos de la eutanasia y cremación. El coche ya tiene el seguro puesto a tu nombre a fecha de ayer. Personalmente te recomiendo tomar lexatín, ayuda a superarlo, pero consulta con tu médico si es que tienes que manejar maquinaria pesada.
Un detalle importante. Está dispuesta a compensarte en seis meses si no le das ni un solo problema a partir de hoy con un lifting o unos implantes capilares. No lo tomes como un insulto que hasta nosotros, al gabinete me refiero, estamos sorprendidos por este gesto.
Ah, no te molestes en llamar, tiene un número nuevo, todas las dudas te las resolveré yo de lunes a viernes entre seis y siete de la tarde, el servicio de urgencias lo pagas tú a cero seis céntimos el minuto con tres euros de establecimiento de llamada.
Tienes opción a dar una rueda de prensa para todos tus amigos y compañeros de trabajo sin cargo adicional en uno de nuestros salones.

Cuánta ordinariez y telenoveleo nos evitaríamos, y cuánto teléfono. Y cuántas horas de volver a escuchar eso de “no te vas a creer lo que me ha dicho”.
Si definitivamente la vida moderna exige nuevas profesiones.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Regreso al futuro

Ayer por la tarde pasé a buscar a una conocida amiga mía con un apellido muy largo y lleno de conjunciones y preposiciones que no consiguen ocultar que los buenos tiempos los conserva en fotografías en blanco y negro.
Su chalé de Somosaguas fue grande y moderno. Ahora es grande, yo diría que hasta más aún porque la dejadez hace notar que el precio de las reparaciones es impensable.
Ella estaba a medio preparar, así que la muchacha, indudablemente una inmigrante ilegal, con un gesto malhumorado que hacía presentir menos de cinco euros la hora, me arrojó al salón.
Los sesenta fueron tiempos de experimentación estética y como suele suceder en la historia sólo se recuerdan los éxitos. En casa de mi amiga no había ninguno, aunque de haberlo habido sería imposible apreciarlo en aquel entorno tan grandilocuente en el que mesas de metacrilato y oro de los ochenta se arrimaban a sofás de ajado escay claramente ultramodernos en los setenta. Se notaba que el tiempo y afán de consumo de los últimos gritos se había parado a mediados de los noventa, fecha en la que debían de haber comprado aquella grandísima televisión en torno a la cual se habían reorganizado los sofás dejando de esta forma la chimenea de futurismo de serie B olvidada en un rincón ahora incomprensible.
Los tres ambientes a tres niveles de la gran sala se unificaban allá en las alturas con un techo con esculturas de algún artista cuyo nombre no creo que haya llegado más allá de su lápida. No eran figurativas, aunque quizá lo hubieran pretendido porque algo en ellas recordaba a las rocas sucias de brea y aceite que se ven en los puertos.
Al respirar noté que de mi boca salía vaho y entonces reparé en que ni me había quitado los guantes, ni tan siquiera desabrochado el abrigo.
El suelo llamó mi atención, las maderas combadas habían perdido el barniz por algunos sitios y algunos cantos se levantaban peligrosamente. Pisé uno de ellos y la casa entera se estremeció en un crujido de galeón que se hunde.
Junto a una librería con una colección totalmente virgen de clásicos universales destacaba una escribanía de caoba de proporciones colosales hábilmente tallada con columnas salomónicas, pináculos y caras de conquistadores. Una pieza verdaderamente notable que no tenía nada que ver con los otros vestigios del pasado.

- Es un armario de los secretos, dijo mi amiga, y es bueno, pero bueno de verdad, como que era del abuelo de Víctor, que por la pinta debía de vivir en un castillo. Está lleno de compartimentos para guardar cosas. A mí me encanta.

Le sugerí que lo revisara bien, que quizá habría alguna cosa de valor sin descubrir. Entonces vinieron a mi mente una sarta de bromas crueles sobre cómo invertir lo que le dieran por ello, y un viento frío recorrió mi nuca dejándome sin palabras. Pudo haber sido el fantasma del abuelo o que las ventanas oxidadas no cerraban bien, el caso es que no dije nada.

-Vámonos ya, que están a punto de llegar los de la serie esa de televisión. Si hombre, ese pestiño socialista sobre el franquismo. Bueno, bueno, no sabes lo que te pagan por un día de rodaje, y si tienes la suerte de que rompen algo les pides lo que quieras. Si te parece les doy tu teléfono que seguro que tu casa les sirve para una peli de terror.

Numero de visitas